El año de 1994 marcó a México para siempre, cuando una serie de acontecimientos sacudieron las estructuras políticas y económicas del país. En ese escenario convulso, surgió el Grupo San Ángel, una iniciativa que, de acuerdo con el analista Alfonso Zárate, buscó contribuir al avance democrático del país.
El autor de La generación de 1994 que marcó historia, aclaró que el Grupo San Ángel no fue visto como “anti” o “interesado en ponerle zancadillas al Gobierno”, sino que intentó juntar todos los esfuerzos. Agregó que con el cambio actual de regimen, la democracia podría correr peligro y “caer en retrocesos”.
Ciudad de México, 23 de noviembre (SinEmbargo).- El año de 1994 marcó a México para siempre. Una serie de acontecimientos sacudieron profundamente las estructuras políticas y económicas del país, y a su vez, generaron un escenario de enorme incertidumbre social. En ese contexto convulso, surgió el Grupo San Ángel, una iniciativa ciudadana que buscó contribuir al avance democrático del país.
“Hoy, a 25 años de distancia, parecería muy pertinente que alguien con la misma estatura que tenía en aquel momento Carlos Fuentes, convocara a un grupo igualmente plural en donde hubiera académicos, sindicalistas, empresarios y activistas sociales para construir propuestas y que el país avance”, sugirió el autor de La generación de 1994y aclaró que el Grupo San Ángel no fue visto como “anti” o “interesado en ponerle zancadillas al Gobierno”, sino que intentó juntar todos los esfuerzos.
“Tendría que haber una iniciativa que convocara a gente de distintas procedencias geográficas, profesionales e ideológicas”, reflexionó el investigador y agregó que con el cambio actual de Gobierno, las instituciones democráticas podrían correr peligro: “Si bien costó mucho trabajo y tiempo el erigirlas, también pueden ser capturadas y caer en retrocesos”, expresó.
En La generación de 1994 que marcó historia: Grupo San Ángel, el académico y analista político Alfonso Zárate recupera la memoria de uno de los grupos de la sociedad civil que mayor influencia tuvieron en la política mexicana, debido a la relevancia de sus miembros y al alcance de sus iniciativas. Esta es la entrevista con Puntos y Comas.
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–¿A grandes rasgos qué fue el Grupo San Ángel? ¿Por qué fue tan importante en ese año de 1994?
–Para entender la aparición del Grupo San ángel es fundamental recordar que aquel año fue un tiempo funesto y terrible en el país. Todo comenzó meses atrás, en mayo del 93, con el asesinato del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en el aeropuerto de Guadalajara. Luego, el 1 de enero del 94, el mismo día que entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio [TLC], surge en San Cristóbal de las Casas el Ejército Zapatista de Liberación Nacional [EZLN], con una declaratoria de guerra al Gobierno, a las fuerzas armadas y al jefe del Ejecutivo. Tres meses más tarde, asesinan al candidato Luis Donaldo Colosio, que seguramente habría sido el Presidente de no haber muerto. Más adelante, en septiembre, es asesinado José Francisco Ruiz Massieu, quien para ese entonces ya había sido nombrado Coordinador parlamentario del PRI en la Cámara de Diputados, para una legislatura que estaba próxima a iniciar. También fueron secuestrados personajes relevantes como Alfredo Harp, presidente de Banamex y Ángel Losada, Vicepresidente de Grupo Gigante.
Este es el escenario convulso en el cual hace falta una iniciativa que pueda reducir los riesgos de una confrontación política más grave que sumiera al país en una desestabilización peor. El escritor Carlos Fuentes propone entonces que se reúna un grupo de mexicanos y mexicanas de importante trayectoria profesional en distintos campos, con diferentes procedencias geográficas y afiliaciones políticas (había miembros tanto del PRD, PRI y PAN, e integrantes sin partido). La relevancia de esa iniciativa fue crear un colectivo ciudadano para construir propuestas que evitaran lo que se veía venir: un conflicto post electoral de grandes proporciones. En segundo lugar, que contribuyera a definir cambios para que las elecciones en un futuro fueran más justas, equitativas, creíbles y respetadas. El tercer objetivo del Grupo San Ángel era construir condiciones para una democracia más consolidada, ya que estamos hablando de un tiempo en donde prevalecía un régimen autoritario.
Vale la pena recordar otras cosas: en 1994, el Instituto Nacional Electoral [INE] estaba presidido por el Secretario de Gobernación, es decir, todavía no era un organismo autónomo; no existía el INAI [Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales]; en aquellos años todavía existía la militancia colectiva de los Trabajadores al Servicio del Estado, eso quiere decir que los trabajadores sindicalizados de cualquier dependencia pública, por ese sólo hecho, aparecían militando en el PRI; en el 94, Carlos Romero Deschamps ya era Secretario General del Sindicato Petrolero y que ya estaba a un paso de lograr la dirección de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado [FSTSE], Joel Ayala.
Estamos hablando de un México muy distinto al de hoy. Eso permitió a los sanangelinos reunirnos con los principales candidatos presidenciales, y a partir de ahí, elaborar propuestas muy concretas para avanzar en la institucionalización democrática del país.
–El San Ángel era un grupo ecléctico. ¿Esta combinación de personajes detonó conflictos internos o contradicciones entre sus partes en algún momento?
–Una cualidad del Grupo San Ángel es que, no obstante la presencia de personajes tan relevantes, dentro del grupo la participación fue de pares; nadie asumía tener un privilegio sobre los otros. Creo que la virtud por la cual no hubo choques fue justo eso: proviniendo de distintas militancias o simpatías políticas, todos estábamos de acuerdo en que necesitábamos abrir mayores caminos democráticos en el país, que había un desgaste del viejo sistema político y que teníamos que contribuir a que se fortalecieran las instituciones. La participación de todos resultó muy positiva.
Aunque había dirigentes de partidos, todos acudíamos a titulo personal, sin representación política. Íbamos como ciudadanos interesados en el país. Fue uno más de los colectivos que a finales de los 80 emergieron desde la sociedad civil. Aunque hubo varios grupos que lo anteceden, su relevancia reside en que alcanzó un protagonismo sin precedentes.
–El Grupo San Ángel surgió como contrapeso del régimen político que dominaba en ese momento, con Carlos Salinas de Gortari. ¿Ahora mismo ves que surja un contrapeso del actual Gobierno? ¿Crees que haga falta que se conforme otro grupo símil integrado por intelectuales y figuras políticas?
–Quienes confluíamos, teníamos toda la voluntad de contribuir al avance democrático del país. No fue visto como un grupo “anti” o interesado en ponerle zancadillas al Gobierno, sino de juntar todos los esfuerzos para la mejora del país.
Hoy, a 25 años de distancia, parecería muy pertinente que alguien con la misma estatura que tenía en aquel momento Carlos Fuentes, convocara a un grupo igualmente plural en donde hubiera académicos, sindicalistas, empresarios, activistas sociales, y que se propusiera trabaje en la construcción de propuestas para que el país avance.
Un grupo de esa naturaleza tendría que incluir necesariamente a gente de Morena [Movimiento Regeneración Nacional]. No imagino un grupo viable si solamente fuera “anti” y en el cual prevalecieran los partidos de oposición. Tendría que haber una iniciativa que convocara a gente de distintas procedencias geográficas, profesionales, ideológicas y que tenga capacidad de reflexión.
–¿La formación de estos grupos son necesarios, sean o no tiempos convulsos como el del 94?
–Claro, pero se hacen más importantes e imperativos cuando hay una situación de crisis. Cuando hay crispación, polarización de fuerzas, entonces es todavía más relevante la creación de un espacio de este tipo. Creo que el momento de hoy en México es un tiempo de confusión, rispidez y polarización que vemos todos los días en todos los espacios, especialmente en las redes sociales. Si hubiera una iniciativa para crear un colectivo como este, me parecería de gran importancia y utilidad para el país.
–Mencionas a Andrés Manuel López Obrador en tu libro…
–Para mí era importante también ubicar quienes eran algunos de los actores políticos que emergían en ese año. Este dirigente originario de Macuspana, Tabasco, ya para 1994 era una figura de alcance nacional. Estamos hablando de un político con una trayectoria muy interesante. Esto no lo incluyo en el libro, pero te contaré una experiencia que me relató Carlos Navarrete, quien fuera Presidente del PRD, y que ocurrió en 1983:
Cuando Obrador era Presidente del PRI en Tabasco, es invitado por el líder de la CNC a un día de campo a orillas del río. Estando ahí, el dirigente lo invita a que se den un chapuzón. Andrés Manuel acepta y se mete a nadar, pero llega un momento en que quiere salir porque hay algo que lo jala hacia abajo; hace un segundo intento de salir y nuevamente la corriente no lo deja. Al tercer intento, invoca a Dios y es cuando logra salir. Después ya no se queda a comer con su amigo, sino que se va directamente a la casa de su madre, Doña Manuela. Ella lo lleva al templo y le dice: “Andrés Manuel, si Dios te dio la oportunidad de vivir, es porque tienes una misión”.
Esta anécdota es interesante porque nos refiere cómo años atrás, el joven Andrés Manuel asumía que tenía una misión y que venía de Dios. Así que cuando vemos la manera tan determinante en que está dando pasos para construir lo que él llama la Cuarta Transformación, estamos frente a un personaje considera que tiene una responsabilidad histórica y en esa medida va utilizando todos sus recursos políticos para concretarla.
–¿Hemos avanzado en la búsqueda de la democracia? ¿Cómo has visto la evolución de ese paso a la democracia?
–Ciertamente varias de las propuestas importantes para que las elecciones fueran más equitativas, que el INE fuera realmente autónomo y que los medios ofrecieran espacios más justos, todas esas contribuciones se concretaron en los siguientes meses y años. Otra de las experiencias, a 25 años de distancia, es la fragilidad de las instituciones democráticas: cuesta mucho trabajo y son procesos muy penosos y azarosos, y una vez que se construyen estas instituciones, no es para siempre.
En estos meses estamos observando un golpeteo muy fuerte en contra de algunas de estas instituciones y el hecho de que Obrador haya ganado la elección presidencial con tal contundencia, ha implicado que pueda cambiar la correlación de fuerzas en distintas instancias: los órganos autónomos, el Banco de México, el Poder Judicial de la Federación, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos…
Esto nos dice que hay que defender las instituciones democráticas porque, si bien costó mucho trabajo y tiempo el erigirlas, también en un momento determinado pueden ser capturadas y podemos caer en retrocesos.
–¿Por qué es importante para los lectores tener claro el contexto de ese año de 1994?
–Porque ese año marcó un hito. En términos históricos, siempre acostumbramos ubicar un momento de quiebre o climático y en la Historia reciente de México, el 94 es un año crucial porque distintos acontecimientos generaron un escenario de enorme incertidumbre y la sociedad no sabía qué nuevo hecho vendría.
Con el pretexto del Grupo San Ángel, en realidad repaso los principales hechos sociales, políticos y económicos de esos días. Procuré tomar a Grupo San Ángel como una especie de columna vertebral y darle una lectura al alzamiento zapatista y sus demandas; a la crisis económica que se vivía y la fuga de capitales. Fue un año en que vivimos en peligro y frente a eso hubo una iniciativa de ciudadanos que decidimos contribuir a sacar a flote al país.
Alfonzo Zárate fue director de Estudios Políticos del Centro de Investigación y Docencia Económicas y ha sido profesor en la UNAM, el Instituto Matías Romero de Estudios Diplomáticos, la Universidad Iberoamericana y el Instituto Nacional de Administración Pública. En el sector público ha ocupado, entre otros, los siguientes puestos: director general de Información y Análisis en la Presidencia de la República, asesor del secretario de Relaciones Exteriores y asesor del subsecretario de Gobernación. Es autor y coautor de numerosos ensayos, artículos y de varios libros, entre ellos, Los usos del poder (1995), Fin de siglo, fin de ciclo (1997), Fox: los días perdidos (2003) y Un gobierno fallido (Temas de hoy, 2018).